Testimonios
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Mi testimonio
En 1994 inicie mi terapia debido a que estaba en proceso de divorcio y aunque ese era uno de los factores que había que superar, el principal motivo era que al divorciarme mis hijos que en ese año tenían 17 y 24, decidieron apoyar en todo momento y quedarse con su padre, eso para mi fue muy doloroso me llevo a tener innumerables pensamientos irracionales y sentirme culpable en todo momento, las primeras sesiones fueron muy duras, lloraba todo el tiempo, perdí mi autoestima, mi valor como persona, pero gracias a Dios tuve la bendición de contar con la guía de Alonzo Flores su ayuda fue invaluable, me ayudo en todo momento a cambiar esos pensamientos irracionales por racionales, a ver lo positivo de la situación que estaba atravesando y así entender que yo no era culpable ni responsable de la decisión que habían tomado mis hijos, a ver por mi y por mis necesidades antes que las de los demás.
Y aunque ya han pasado varios años de esos eventos y que a la fecha no hay contacto alguno con mis hijos gracias a las terapias he aprendido a vivir el día a día, a buscar nuevas oportunidades de vida, a valorar las personas que están conmigo, a sentirme útil y feliz.
A mis 50 años acabo de graduarme en Enfermería y es un logro más que pude obtener porque a pesar de que ya no asisto a terapia, siguen estando presentes todos los consejos que Alonzo Flores me dio y que a la fecha me siguen siendo muy útiles en mi vida cotidiana.
Mi agradecimiento y reconocimiento a Alonzo Flores Ramírez.
Mi testimonio
Al escuchar a mi cardiólogo decir “esto te va a matar, busca ayuda de inmediato, estás psicosomatizando tus problemas emocionales con un efecto letal a tu corazón”, de inmediato supe que tenía que encontrar y rápido al mejor psicoterapeuta.
Los caminos de la vida me pusieron en manos del mejor y con la mejor técnica posible.
Gracias a Alonzo y a la hipnosis, pude detener en tiempo récord la psicosomatización que literalmente me estaba matando. Es posible que la psicoterapia convencional me hubiese ayudado en algún momento, pero seguramente mi corazón no hubiese aguantado hasta ese punto.
Hoy le doy gracias a Dios y a Alonzo, porque de no haber sido por la excelente terapia con hipnosis, no me habría alcanzado la vida para escribir estas líneas.
¡Muchas gracias!
Mi testimonio
Ampliar mi capacidad de comprender las situaciones cotidianas que no me gustan de la vida y aprender, que el cambio del pensamiento es el único camino
Mi testimonio
Conocerme a mi mismo y re aprender a manejar mis emociones, pensamientos y reacciones ha sido el mejor auto regalo. La vida se vive diferente: consciente, agradecido, con plenitud
Mi testimonio
Cuando más se me estaban complicando las cosas, decidí emprender un camino de autoconocimiento. Hoy en día considero que es la forma de tener real entendimiento y claridad de los propios procesos. Es más que una terapia Cognitivo conductual, un conjunto de técnicas y herramientas para explorar los bloqueos de la mente, pensamientos, emociones, sentimientos y acciones. Considero que una terapia así debería ser fomentada desde edades tempranas, para generar adultos más responsables, más empáticos, con una mayor asertividad en la comunicación; que se dirijan por la vida con mayor plenitud y armonía. Agradezco todo lo aprendido en el proceso, me siento pleno y dichoso.
Mi testimonio
Acudí a terapia por algunos problemas de inseguridad y depresión.
Desde la primera sesión salí sintiendo ligeros cambios y al paso de las sesiones iba reforzando mi seguridad y autoestima. Aprendí a observar mis pensamientos para guiarlos de manera asertiva.
Definitivamente recomiendo la terapia, se trabaja a niveles conscientes e inconscientes. Agradezco a Alonzo por el enorme trabajo realizado y por ayudarme a comprender que soy responsable de mis emociones y el autor de mi propia obra de arte llamada vida.
Mi testimonio
Empecé mi terapia hace un año y la verdad es que tanto yo y mi familia hemos visto cambios notables, mi autoestima subió y he aprendido a lidiar con la ansiedad y el pánico con técnicas que me van a acompañar el resto de mi vida, estoy muy agradecida por haber recibido esta terapia y se la recomendaría a cualquiera.
Mi testimonio
Me siento muy agradecida y feliz de haber concluido mi terapia, la experiencia que tuve fue maravillosa porque aprendí a controlar mis pensamientos y emociones, aprendí a ver la vida diferente mi forma de ser cambio ahora soy una mejor persona, esposa y madre; volví a nacer, ahora tengo ilusiones, me siento sana, puedo dormir, descansar y relajarme tengo pensamientos positivos que me inclinan a vivir con alegría y a creer más en mi. Cada vez que el miedo y la angustia quieren apoderarse de mi, tengo la capacidad de controlarme; ahora me siento más segura, tranquila y libre. Después de mi embarazo me detectaron ansiedad generalizada y depresión, los síntomas que yo tuve fueron muchos yo me sentía morir, creí que nunca me iba a recuperar y si fuera poco la situación de la pandemia me empeoraba más, el medicamento me estaba afectando y no sentía mejoría, a Dios gracias tuve la oportunidad de tomar esta terapia de hipnosis, es un método que ofrece tareas prácticas y sencillas que cualquier persona puede hacer, algo que me gusto mucho es que sentí efectos desde el primer día que lo tome, el Dr. Alonzo Flores es todo un profesional que cuenta con la experiencia y conocimientos suficientes para llevar acabo esta tratamiento, es por eso que yo lo recomiendo mucho. Infinitas gracias por su ayuda Dr. Alonzo Flores.
Arely L.
Mi testimonio
El fin: el inicio de algo nuevo.
Aquel día que llegué al consultorio de Alonzo, llegué con la mente llena de pensamientos que sólo eran veneno; bebía de mis propias mezclas de perfeccionismo, magnificación y tendencias autoderrotistas que me hacían creer que el mundo estaba mal, cuando realmente era mi propio ser el que no quería ver la realidad, esa realidad que duele, pues a quién no le duele que le digan sus verdades: a todos los perfeccionistas y seguramente a uno que otro que no lo sea. No obstante, sabía que un cambio era necesario en mí, lo supe desde el momento en que me di cuenta que había perdido el control de mis emociones, de mi misma, y por supuesto, que había pasado la línea de mi ser y que comencé a tener conflictos con los demás.
Seré honesta: ese primer día en el consultorio de Alonzo me sentí atacada, sin apoyo, es decir, su manera de cuestionarme, de hacerme ver las cosas que yo no veía y de ponerme a prueba en cuanto a mi deseo real, verdadero y honesto de buscar un cambio, fue lo que por un momento me hizo sentirme así y cuando salí de ahí, no tardé mucho en comenzar a llorar mientras caminaba rumbo a la parada del camión.
¿Por qué regresé?
Porque me di cuenta que eso era lo que necesitaba. A veces los cambios requieren de fuertes sacudidas dependiendo del grado de la situación; no siempre vienen acompañados de una caricia en la mejilla y palabras suaves y dulces que nos hagan mirar fijamente y comprender la vida, aunque a veces podemos sorprendernos de lo que con el tiempo puede suceder.
¿Tenía miedo?
Sí, tenía mucho miedo, pero me cansé de tener miedo, de llorar sin parar, de no entenderme a mi misma, de no encontrarle forma ni sentido a la vida, de no saber cuándo iba a llegar el día en que me levantaría por la mañana con fuerza y convicción para enfrentarme a nuevos retos y lograr todo aquello con lo que soñé; y, a decir verdad, fue en el transcurso de la terapia que fui venciendo los miedos que alguna vez tuve, gracias al apoyo y comprensión de Alonzo.
Llegué a aquel lugar sin saber realmente quién era; creía conocerme, pero me di cuenta que el conocimiento que tenía de mi era parcial. Tenía muchos miedos e incertidumbres. Vivía sin darme cuenta de lo que estaba haciendo de mi vida. Creía tener el control de mi vida, cuando no tenía el control en lo absoluto de nada, y es que, el control es otra ficción sometida al perfeccionismo. Me inventé el cuento de la excelencia traducida en perfección, del orden y limpieza constante y perpetua para alcanzar el éxito, cuando lo único que estaba alcanzando era la nada, porque eso no existe, e incluso me hice de una lista de adversidades médicas que fueron fruto de mi búsqueda absurda y sin sentido o, como diría el autor de ese increíble libro en el que me apoyé durante mi estancia con Alonzo, “una perfecta idiotez”. Actué como alguna vez lo hizo mi padre y lo hice sin darme cuenta, sin romper con eso que suelen llamar “el destino” o “hijo de tigre, tigrito”, hasta que entendí lo que hice y decidí ser ese cambio que siempre imaginé, el de “no repetir la historia”. Atenté contra mi misma en numerosas ocasiones, ya que no ponía límites a los demás ni a mi misma, al grado de enfermar hasta que no me quedaba de otra más que renunciar a lo que hacía para no empeorar (eso era lo que yo creía y pensaba, que no había más soluciones). Inhalé y exhalé de mis propios gases tóxicos llamados “odio” y “rencor” a razón de las historias de la infancia que arrastré por más de dos décadas, porque yo así lo quise, ya que bien pude cortar esa soga a la que estaba amarrada como si fuera “penitencia”, pero que finalmente lo hice y debo decir que se siente muy bien. Y así, podría decir muchas cosas más, pero ahora lo que realmente importa es todo lo vivido, porque esta experiencia para mí fue sumamente liberadora y llena de aprendizajes.
Aprendí a enfocarme en el hoy, en el ahora, que mirar para atrás (el pasado) sólo sirve para recordar lo aprendido y todo lo bonito, mientras que mirar hacia enfrente (el futuro) es para no perder de vista el objetivo, mi objetivo, ¡ah!, y para no pisar popo de perrito – jajaja – o caerme; y en caso de que así sea, volverme a levantar, sacudirme e intentarlo una vez más, porque soy un ser humano falible, finalmente de los errores es de lo que se aprende y sin ellos, ¿qué aprenderíamos? Nada.
Aprendí a perdonarme a mi misma y a perdonar a los demás, porque el odio y el rencor sólo envenenan nuestro corazón y el de nadie más.
Aprendí a amarme y respetarme, a serme fiel, valorarme, relajarme, cuidarme y hacer todo lo que sea necesario para hacerme feliz, porque tengo derecho a ser feliz.
Aprendí que no estoy sola, tengo a mi pequeña “Yo”, quien siempre ha estado conmigo desde tiempos inmemorables, y que la única aprobación que necesito en la vida es la mía y la de ella.
Aprendí que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no es la única norma jurídica que tiene los derechos más importantes para el ser humano, sino que también la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero que lo más importante realmente se lee entre líneas, es decir, hay cosas que están ahí si prestamos atención y no miramos por mirar, como el entender que tenemos derecho a pedir todo lo que queramos, siempre y cuando reconozcamos que nuestra petición puede ser aceptada o negada; o que tenemos derecho a tener sentimientos y expresarlos, siempre que no pasemos sobre los derechos de los demás.
Aprendí que no necesito amor para vivir, pero lo que realmente importa es amar creadoramente, ese amor que viene de lo más profundo de nuestro corazón sin la expectativa de algo a cambio: amarme, amar a la familia, amar a la pareja, amar a la mascota, amar a la naturaleza, amar a la vida, amar a Dios…
Quiero decir todo lo que aprendí, pero dos cuartillas no son suficientes y tampoco es mi deseo extenderme tanto, por lo que sólo quiero expresar que hoy me siento diferente, me veo diferente, me trato y trato a los demás de forma diferente, soy un mejor ser humano y le agradezco infinitamente a Alonzo por todo lo que hizo por mí.
El aprendizaje más grande con el que me voy después de un año de terapia, es que cuando abres los ojos para verlo todo con más claridad, con amor y paciencia, te encuentras a ti mismo en éste inmenso Universo, a la vida, a la naturaleza, a Dios y a la fe recordándote que siempre debes creer en ti y en tu propósito en la vida.
Karina.